viernes, 26 de noviembre de 2010

Atrevimientos aeroportuarios.



Volver de Cusco a la capital, produce cierta sensación de melancolía dentro mío, ahí donde mis entrañas regordetas se entremezclan con los sentimientos. Y es que le he tomado tanto cariño a esta ciudad, que me es muy complicado desprenderme tanto de ella como de los amigos que allí tengo.

Y es así que ayer, terminada la mañana, trato de meter en mi mochila toda esa sarta de cosas innecesarias que siempre llevo cuando viajo (léase "huevada y media"), para darme cuenta luego, mirando de costado el reloj, que tengo un par de horas libres antes de que parta mi vuelo. Así que tratando de colgar sobre mis hombros aquel equipaje “tamaño buey”, salgo hasta la plaza para sentarme un rato y tomar un poco de sol cual viejecillo jubilado, mientras observo como los niños alimentan a las palomas de una manera desmedida, seguramente con el fin de engordarlas y convertirlas en enormes (y muy cagonas) aves mutantes.

Ya pasado largo rato, y después de comerme un pan del tamaño de un Volkswagen, levanto la mano (muy coquetamente como es debido, obvio) para detener un taxi y que de buenas ganas me lleve rumbo al aeropuerto.

Los aeropuertos tienen la particularidad que dentro de él todos te llaman “Señor”; hay como cierto respeto obligado como para hacerte sentir que formas parte de alguna nobleza: ”Señor por aquí... Señor por allá…” (a diferencia de mi madre que me repite hasta el cansancio que soy un “Niño”, a mis amigos con los que juego fútbol y dicen que soy una “Señorita” y a mi padre que me dice que manejando soy una “Señora”…)

En fin, ya dentro de estas instalaciones llenitas de gente casi siempre al apuro, dispongo a sacar mi ticket aéreo y caminar con pasito de tortuga (y con toda la concha del planeta por cierto) hacia la cola para hacer el check in respectivo.

Ya llegando al final de la misma, este pechito se percata que la linda counter me está llamando hace buen rato y yo no me había percatado de aquello, dados mis grandes talentos para la distracción (y si a eso le añadimos la música a todo volumen en mis oídos aún vírgenes de malas palabras y obscenidades)

Guapísima Counter: “Adelante Señor…”

P.E.P.E: “Oh si... Disculpe…. Buenas tardes…” (acomodando la mochilota en el piso y entregándole mi ticket…)

Encantadora Counter: “Me permite su DNI Señor Orejuela?” (con esa sonrisota que lo mata a uno…)

P.E.P.E.: “Por supuesto... tenga…” (sonriente también, como quien no quiere la cosa…)

Adorable Counter: “Coloque su equipaje en la balanza por favor…” (acomodándose el pañuelito en el cuello, es decir, aquí la cosa huele a coquetería...)

P.E.P.E.: “Claro... a ver…” (tratando de demostrar que los 245 kilos de mi opulenta mochila no me pesan en absoluto y puedo levantarlos con una sola mano, cual Hulk…)

Dulce Counter: “Bueno Señor Orejuela… su vuelo es el 034, debe estar en la sala de embarque número 5 a las 2:15 pm. …” (y encierra mi número de asiento en un círculo que CLARAMENTE es un corazón…)

P.E.P.E.: “Ok, le agradezco mucho…” (con guiñadita de ojo como sólo sabemos hacerlo los grandes…)

Pensativa Counter: “Señor Orejuela.. ¿le puedo hacer una pregunta?” (cara de duda, pensativa a lo mejor si estará bien visto que me pida mi dirección de Facebook…)

P.E.P.E.: “Las que desee Señorita…” (apoyando mi codo en el mostrador, como quien le da el toque romántico al asunto…)

Atrevida Counter: “Señor Orejuela, Ud. ha consumido algún tipo de droga o alcohol hoy…?” (como mandando el romance a la mismísima mierda…)

P.E.P.E.: “¿Cómo dice...????” (con cara de indignación cual señora en el supermercado al ver el nuevo precio del pollo deshuesado…)

Informativa (y muy jodida) Counter.:” es que según los reglamentos aeroportuarios, una persona no puede ingresar al avión en un estado de…” (con esos aires de “yo me sé el Reglamento Aeroportuario, el Himno Nacional de Kazajistán y todas las canciones de Parchis”...)

P.E.P.E.: “¿Me está hablando en serio? O seaaa.. Señorita es poco más del mediodía... Mi vuelo va a partir en un momento… ¿tendría la necesidad de haber bebido o haber ingerido algún tipo de droga antes de eso...?” (con ese tonito de “oye me estas hueveando?”)

Simple y Mortal Counter: “Bueno, pero... ¿Está seguro Señor Orejuela…? (jodidísima mal…)

P.E.P.E.: “ A ver déjeme hacer memoria… uhmmm... me inyecté heroína ayer a las 9:00 pm.. a las 11:00 am. inhalé cocaína con una cuchara de sopa, … uhmmm… me bebí media botella de whisky con sorbete antes de la medianoche fumando algo de crack… uhmm.. no pues no.. hoy no… hoy no consumí drogas ...eso fue ayer…!!!" (con esa mirada que le da el toro al torero deseando darle la mejor cornada de los últimos tiempos…)

Mujer detrás de un mostrador: “Bueno no se moleste Señor Orejuela, yo sólo le informo el reglamento ya que… “ (con una terquedad femenina muy pero muy particular…)

P.E.P.E.: “Pues que le puedo decir... ASI ES MI CARA SEÑORITA, ¿qué hago? ¿Me pongo una mascarita, me pongo algo de maquillaje… llamo a mi madre para preguntarle si me parió de mala gana... no sé, dígame…?" (emputadísimo…)

MALDITA Counter: “Disculpe Señor, no fue mi intención ofenderlo, pero le recomiendo en todo caso que pueda tomar un café antes de subir al avión ya que…” (o sea, esta chiquilla quería pelea…)

P.E.P.E.: “¿Quiere tomarme alguna suerte de examen toxicológico o en todo caso me puede comunicar con su superior y así no perdemos más tiempo en esta tontería, ya que hay gente detrás que está esperando?" (convertido literalmente en Hellboy…)

Counter Granputa: “Otra vez disculpe Señor Orejuela… la sala de embarque está por…” (un tanto contrariada seguramente por el cambio de color en mi piel, los cuernos que ya sobresalían de mi cabeza y la cola mía golpeteando el piso incesantemente…)

P.E.P.E.: “Sí sé dónde queda, GRACIAS…!” (tomando mi DNI con los dientes…)

Y fue así, en sólo 10 minutos pudieron cambiar mi estado de ánimo: pasé de dulce y tierno melancólico a emputado ser humano con ganas de destruir a la humanidad con estas manitas que me dio el Señor (por cierto, estando Diosito en el aeropuerto, sería algo como “Señor Señor”, no?...)

Camino hacia la sala de embarque, y antes de pasar el control migratorio, me siento un instante en una mesa de la cafetería, meditando sobre el impase y en que se habrá creído esta mujercita para suponer que yo podría haber hecho todo aquello que ella interrogaba…

Y, pensando en aquello, me miro de casualidad en el espejo del frente, y llamando al mozo, pregunto:

- “Broder … ¿me traes un café expresso… estee... doble?”
(mientras volteo la cabeza para buscar un baño donde lavarme la cara…)

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