viernes, 7 de agosto de 2009

"I ain't afraid of no ghost..."


Analizando un comentario en el post anterior escrito por mi entrañable amigo Javier, me percato que tiene absoluta razón al decir que los gatos formaron parte importante en nuestra niñez. ¿La razón? No tengo la más absoluta idea, pero debemos ser reencarnaciones de los habitantes de la destruída Thundera o algo por el estilo.

A mediados de 1985 este servidor tenía 9 años aproximadamente.

No existía el Play Station: Yo jugaba Atari.

No teníamos ni cable, ni internet, ni pornografía gratis: veíamos sólo 5 canales en la Tv, si buscábamos información nos mandaban a la biblioteca, y lo más cercano a la pornografía fue verle las tetas a aquella adolescente vecina mientras se cambiaba frente a mi ventana.

Mucho menos existían los multicines: existían los cines de barrio, con función “matiné y vermouth”, en los cuales podías pagar entrada bien a platea (en el primer piso, si no tenías muchas monedas) o mezzanine (en el segundo piso, donde podías ver las películas mientras arrojabas objetos, pop corn o gotitas de baba a los de abajo, sólo por purito joder)

Para ese entonces se estrenaba en Lima la película “Ghostbuster” (Cazafantasmas).
Junto a la pandilla la vimos y nos encantó. Diecisiete veces fuimos a verla. Si, diecisiete. Así de ociosos eramos, asi de animalitos además. Nos sabíamos los diálogos de memoria, el nombre de cada personaje, la duración de cada escena, el soundtrack completo y hasta el nombre del asistente de maquillaje para la filmación.

Cuando tienes 9 años, la vida es flotar en el aire sin percatarte que abajo hay un piso frío y duro al que en algún momento debes pisar. Y nosotros más que flotar, éramos como cometas, muy ajenos a lo que debajo podía suceder. Así nos pasaba siempre.

Cierto día, saliendo del cine, quisimos ser “Cazafantasmas”. Y así lo decidimos: Adrian, Javier y Yo seríamos Cazafantasmas.

Las ganas nos sobraban, pero necesitábamos algunas cosas que se adecuen a nuestras nuevas personalidades.

Primera Misión: Conseguirnos trajes adecuados.
Buzos viejos para protegernos de la radioactividad fantasmal, mangueras para capturar a los entes… sustraídas de las aspiradoras en casa; cucharones, tenedores, sacacorchos, un frasco de ají y demás utensilios de cocina para arremeter contra algún espíritu rebelde que ponga resistencia; y por último, pero no por ello menos importante, el arma que nos mantendría salvo de algún ataque paranormal (en mi caso, la vieja pistola de agua se convirtió rápidamente en un detector de ectoplasma). Claro, al poquito tiempo nuestras madres se dieron cuenta de la ausencia de algunas cosas en sus siempre ordenadas casas, para arremeter contra nosotros de la manera más injusta y despiadada. Hasta ahora recuerdo a mi iracunda madre explicándome entre gritillos nada disimulados: “Vuélveme a desarmar la aspiradora y con un zapatazo en la cabeza te quito lo chistoso, ok?”.

(Mi madre siempre fue así de cariñosita)

Segunda Misión: Encontrar un lugar que nos sirviera de guarida.
Nada podía en aquellos días asemejarse más a un depósito fantasmal como el garaje de Adrian y Javier (que muy a pesar de ellos, son hasta ahora hermanos). El lugar estaba perfecto, pero como que le faltaba vida a la cosa; ese toque mágico de un real cubil paranormal. Javier, que para ese entonces era un talento sobrenatural para el dibujo, para estar siempre en silencio y para ponerse medias más arriba de la rodilla como Candy, tuvo la brillante idea de dibujar aquel logo gigantesco en la pared de la cochera. Terminado quedó genial. Su madre lo vio también rato después, y con la misma genialidad nos puteo.

Tercera Misión: Publicidad.
Ninguna empresa que se conciba, puede funcionar sin publicidad. Y nosotros, jóvenes empresarios, necesitábamos hacer conocer nuestras labores y buenas artes. Nos pasamos toda una tarde escribiendo volantes que luego repartimos en cada casa del barrio; textualmente decía “Señora (está comprobado que las señoras toman las decisiones en casa) tiene un fantasma en casa? Llámenos a este número…”. Pasaron los días y al no recibir respuesta de nuestra primera estrategia publicitaria, decidimos ser por ese entonces los innovadores del Tele marketing.
Tomamos la agenda telefónica de casa, y nos dignamos a llamar a cada uno de los contactos agendados para preguntarles: “Buenos días, disculpe…tiene algún fantasma en casa?”. Era raro, pero parece que los fantasmas estaban de vacaciones o llamábamos a las personas en momentos inoportunos, porque o nos colgaban enseguida o sutilmente nos mandaban saludos a nuestras madres.

Luego de nuestro primer fracaso empresarial, manos en los bolsillos, salimos a dar una vuelta arrastrando nuestras mangueras y armas aún sin usar, para llegar a esquina aquella donde el fallecido Comegato había pasado sus últimos días. Si antes había muchos gatos en el lugar, en ese momento la casa estaba totalmente infestada de felinos maullantes.

Las grandes ideas en la historia, son muchas veces las que devienen de los fracasos.

Rodeados de tanto gatuno indeseable por ese entonces, y al darnos cuenta que lo más cercano a un fantasma por aquella época era la hermana de nuestro amigo Jaime, dejamos atrás los deseos de ser “Cazafantasmas” para convertirnos automáticamente en los “Cazagatitos”.

Si, Cazagatitos.
(ahora me explico porque ninguna Agencia de Publicidad me dá trabajo aún...)

Demás contarles que no cazamos ninguno. Lo más cercano a capturar un felino, fueron los arañazos en la cara que se ganó Adrian al intentar tomar a uno de estos por sorpresa y una soberana (y muy minina) meada en mi pantalón.

Pero día con día, con todo el equipo necesario para nuestro safari de barrio, salíamos en busca de nuevas aventuras… aventuras que terminaban para mí en la esquina, porque mi madre no me dejaba ir más allá. Justo en esa esquina, estaba la que denominamos luego “la casa de los gatitos”: una casa abandonada a medio construir, la cual estos animalejos habían convertido en su guarida permanente. No miento cuando digo que había allí unos cien gatos. No sé de dónde salía tanto micifuz, pero aquella casa se convirtió en nuestra guarida también. Y así, hombre y gato, convivimos en paz durante buen tiempo, hasta que un nuevo integrante quiso acoplarse al club de los Cazagatitos. Un vecino nuestro llamado Miguel, al que apodaríamos (hasta nuestros días) como “el Cholo”. En esos tiempos, Javier (que era una mente desquiciada y maligna) nos sugirió que cualquier individuo que postulase a nuestro club, debía pasar por una serie de pruebas para saber si es digno de tales honores.
Redacto sus pruebas que resumió en 4 básicas:

1) Pasar la lengua sobre un hormiguero (de esas rojitas que cuando te picaban te dejaban medio cuerpo paralizado y estéril de por vida)

2) Comerse un plátano aún sin madurar (muy verdecito, incomible, cuyos efectos secundarios quedan como secretos de inodoro)

3) Caminar con ademanes muy femeninos (léase, caminar como marica) por toda la cuadra.

4) Besarle el culo a mi perro (no tengo que explicar mucho esto, o si?)

Y nuestro Cholito, toditas las hizo. Cada una, cada reto, lo pasó con total hidalguía y heroísmo.
Cuando acabo, le dijimos que nos parecía que no estaba preparado aún, y que nosotros le avisaríamos.

(El Cholo nunca fue un Cazagatito por cierto, pero si un valiente… y un huevón, eso sin duda)

Cuando tienes 9 años conviertes las pequeñas cosas de la vida es un mar interminable de emociones. Y en mi barrio, La Perla, todas esas aventuras se nos hicieron más que posibles.

Ahora ando de vuelta por la cuadra: ya no hay gatitos, ni casas abandonadas, ni hormigueros que el Cholo pueda degustar a sus anchas. Pero están esos amigos, esos que ahora al conversar nos preguntamos: “¿te acuerdas de la casa de los gatitos?”.

(Y disimuladamente al miranos, reímos… porque cada uno de nosotros sabe que nunca dejó de ser un “Cazagatitos” )
.

14 comentarios:

verito dijo...

jajajajaj muy bueno pepito diversion sana pero muy creativos ustedes tenian "vision empresarial"y mucha pero mucha estupidez, se la pasaban jodiendo a todos los gatitos del barrio jajaja,mentiraa cuando uno es niño solo piensa en divertirse,yo de niña le ponia alas al palo de escoba me lo ponia entre las piernas y era sheera,corria con mi palo de escoba en la mano y era chitara pero lo peor de todo fue cuando mis amigas y yo le dijimos a los vecinos que queriamos ser meretrices(pensando que era sinonimo de vedette o bailarina)imaginate la carajeada de mi madre al enterarse de tal disparate,para luego terminar siendo candy jajaja,esos recuerdos de la niñez nos hacen reafirmar que nunca dejaremos de ser niños,muy bueno el post.
besitos.

Anónimo dijo...

Dios mío. Recuerdo a la perfección mis juegos infantiles.De hecho, tengo algún que otro estigma de tales juegos, jajajajaj. Hasta una muñeca me partí dirigiendo un comando de ataque contra el barrio vecino.

Ay Dios, qué recuerdos.......

Anónimo dijo...

La magia de ser niño, ¿eh?. Excelente releto man.

Mathilde dijo...

que linda historia...además me rei mucho.

qué malos realmente se puede sr a esa edad no??? con mis primos eramos bien parecidos....jajaja.....eso de hacer clubes iniciáticos en los que tienes que pasar por pruebas terribles, desarmarle las cosas a la mamá o pintar las paredes...POR FAVOR, QUIEN NO DISFRUTO HACIENDOLO! =o)

que bueno que tengas aun la infancia ahí, cerquita de tu mente =o)
una vez con mis primos quisimos jugar a las tortugas ninjas cuando pillamos una entrada al alcantarillado sin tapa...por spuesto que mandamos primero a la más chica que en ese tiempo tenía 4 años (yo, la mayor, tenía 9)...nos pillaron en eso cuando Mariana ya estaba bien abajo..por supuesto que nos putearon tal cual lo hizo tu mamá y nos tuvieron castigados un fin de semana entero sin vernos: LO SUFRIMOS pero el recuerdo queda

que buen post!
será hasta el próximo
chau

Francisca dijo...

:O
Jajajaja que empresa!, no?
Yo tb. fui negociante cuando chica xD
Vendía pulseras y hasta juguetitos jajaj
Saludos!!

Elmo Nofeo dijo...

Me has hecho recordar mi primera aventura empresarial, cuando dedidí alquilar mis revistas de Batman, La Pequeña Lulú, Archie, Tarzan y demás de la Editoral Novaro.

El negocio iba viento en popa, esos pocos soles (de los que sí valían, no los nuevos soles que no valen ni como metal) a esa edad me convertían en un magnate; pero como nada dura para siempre y menos unas malas notas en el colegio no declaradas ante mis fiscales padres, mi madre me expropió las revistas y las regaló a los chicos del barrio.

Lástima que no haya una Asociación de Afectados por la Reforma Revisteril como si existe para los afectados por la Reforma Agraria.

P.E.P.E. ® dijo...

verito:
Yo siempre tuve instinto empresarial mijitra... claro el hecho que ninguna haya funcionado hasta ahora, es otra historia.
Recien me entero que querias ser vedette. con razon las fotos malcriadas..jaja
un beso verito

Menda:
Los recuerdos infantiles son los mejores por cierto.. los mejores.
un beso Menda.

A.V.:
Gracias mano. Un abrazo.

Mathilde:
La infancia esta en mi cabeza para no irse mas.
(por eso escucho a cada instante de mi madre cosas como "carajo pareces un niño oye!" jaja)
Un beso Mathilde.

Francisca:
Al final creo que todos tuvimos espiritu empresarial no?
Cuidese, un abrazo.

Elmo:
Yo tambien alquilaba revistas en el colegio. Y me las devolvían llenas de grasa, (y otras con ciertas sustancias o fluidos que luego averigue su procedencia)
A lo mejor buscando en google, encuentras algun sindicato de proteccion revisteril, mi estimado
un abrazo.

Proyecto Maria Castaña dijo...

¡Qué buena película! Los cines donde yo vi la peli, dos veces solamente, fueron mucho tiempo iglesias evangélicas y, ahora, estacionamientos. Las butacas eran duras, el sonido era pésimo pero la belleza del recuerdo transforma esas tardes de acción en únicas y a los multicines actuales en copias berretas y pequeñas de esos templos de la diversión que solían ser los cines del pasado.

¿Un cazagatitos? ¡¡Qué connotaciones diferentes le encuentro en nuestro país, querido!!

Las pruebas para entrar a ese club eran malvadas en serio, solo les faltó el pacto de sangre.

Me alegra que puedas tener a mano esos amigos de tan fabulosas aventuras.

Un beso.

MARSUS dijo...

increible relato chabon !! fresco como tu niñez .. Por eso es un gran hombre aquel que tiene alma de niño !! abrazotes desde Mendoza !

Javier Cabrera dijo...

Jaja, te olvidaste de una prueba:
Esa donde Miguel y tu primo Angel tenian que sentarse sobre la punta del grifo de agua que esta en la puerta de mi casa y dar como unas 20 vueltas seguidas, AUUUCHHH!!!
Sadico yo? neeeeeeee.....

P.E.P.E. ® dijo...

Paula:
Esteee.. eran otros "gatitos" por aqui.
(lo otro, es trabajo mas nocturno, digamos..)
y si, a estos desquiciados amigos los tengo aun.. aunque la mayoria de nosotros estemos viajando de pais en pais...
un besote.

Marsus:
Por supuesto, el alma de niño no se pierde.
Un abrazo.

Javier:
Ya me acorde.
Putamadre que eres desquiciado Vicho ah?
(pero lo raro es que estos pasaron la prueba con un gustooo??!!)
Cosa rara.. jaja
Ahi nos vemos vichon..

Anónimo dijo...

Qué buena historia y cómo nos recuerda los buenos momentos vividos cuando niños! Yo también fui Cazafantasmas con mis hermanos y otros amigos de la cuadra! Siempre luchando contra el mal! Y la película, imperdible!

Un saludo y que sigan publicando buenas historias!

† David der Nacht † dijo...

Yo quiero ser un cazafantasmas Puedo? (claro que prefiero el examen por escrito juaz juaz). Puedo aportar en lugar de "pegajozo" un pegaloco bien chevere y es verde :D

Saludos

JG. dijo...

jajajaja,
qué bravazo,
aquellos tiempos de chiquititud, donde cualquier cojudez era cosa de otro mundo, qué chévere, xD

qué lindo es ser niño ptm ,sin preocupaciones ni nada,
todo era alegría,
quisiera ser 1cazafantasmas, pero PASO con ese exam jajaja, saludos.

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